7.4.25

¿Para qué sirve una Encuesta Electoral?


Habitualmente los partidos políticos medianos y pequeños son maquinarias bastante inertes, aunque se las escuche mucho en los medios de comunicación. No pueden tener equipos de trabajo, análisis y reflexión para los que posiblemente sean los asuntos más candentes de cada momento.

Trabajan en el largo plazo, intentan gestionar el día a día a base de atender a los Grupos que les solicitan ayuda, pero no planifican bien su futuro como organización. Y ese es un gran problema complicado de evitar.

Esta imagen que vemos arriba nos ofrece los datos de una encuesta electoral de marzo 2025, cuando en realidad todavía falta mucho para unas nuevas Elecciones Generales. O no, tampoco estamos nadie seguro. Pero vamos a pensar que efectivamente, todavía quedan años.

Este tipo de información se mira en estos partidos políticos medianos y pequeños muy de soslayo. No es posible dedicarle atención a estos datos, mucho más allá de conocerlos y comentarlos de forma leve, cuando en sus tripas estos datos escondes mucha información.

En esta encuesta electoral en concreto, es la suma de una opinión recogida sobre 2.000 muestras que ya es un número importante. Y además es un sondeo que se va repitiendo cada mes, lo que todavía más, nos ofrece a todos un posible seguimiento muy interesante.

¿Y qué deberían hacer esos partidos políticos pequeños o medianos?

Pues prestarle atención, como poco. Analizarlas, reflexionar y crear documentos de trabajo para la militancia. Claro que para ello se necesitaría un Grupo de Análisis de al menos 3 a 4 personas, que quisieran entender los datos, que en una reflexión grupal no es tan complicado. Pero se necesita tiempo, formación ajena a la propia dinámica de cada organización política para ser sinceros en sus resultados, y unos canales de comunicación interna que fueran válidos. Excesivas complejidades.

Veamos de forma MUY superficial lo que nos están diciendo estos datos publicados, que no son los datos totales, ya están cocinados y resumidos, pero que desde un partido político es mucho más posible obtener en su complejidad y sin cocinar.

Que VOX (antes de las nuevas tonterías de Trump) esté en un 14,1% y que con Alvise sumen un 16,8% es el primer dato que se debe analizar. ¿De donde recogen esos votos? ¿De qué edades vienen? ¿A quien solían votar esos votantes de Extrema Derecha? El análisis es interesante para todo tipo de ideologías, de partidos políticos aunque estén muy distantes. Hablamos de analizar una fotografía fija.

Estos datos nos deberían servir para analizar los cambios y las motivaciones. Cómo se va moviendo la sociedad según las generaciones que se van y las que llevan a votar de nuevo. Estos datos son fundamentales para diseñar los trabajos políticos a medio plazo, de todos.

Se observa también que tanto el PP como el PSOE (los grandes) casi no se mueven, pero se mantienen muy distantes del resto. 

Baja el PSOE pero a su vez bajan también el resto de partidos de izquierda. 

¿Y a donde van estos votantes que cambian de ideología? 

¿Se quedan en la abstención, en la duda, en el cabrero sin atreverse a ir a otras opciones?

La suma de Sumar y Podemos se queda en un 8,4%, muy alejado del 12,3% de las últimas generales. Hay que mirarlo con suma calma, pues dentro hay muchos errores de las organizaciones, algunos problemas son conocidos y todos sin contrarrestar todavía. 

En las transferencias de votos podemos adivinar qué está sucediendo, por qué se cambia el sentido del voto y a quien votarían los que en la anterior ocasión no votaron. 

Y si esos nuevos votos se mueven de forma porcentual como la escala global o se mueven de otra manera. Así podemos intuir las motivaciones en las decisiones.

Pongo un ejemplo. Si de VOX se van un 3% al PP, pero del PP se van un 11% a VOX, tenemos un dato que de mantenerse en varios meses indica un síntoma. Si desde el PSOE nadie se marcha a votar a SUMAR, pero en cambio de Sumar se van al PSOE un 7% tenemos otro síntoma.

Si las mujeres votan un 25,8% en blanco o nulos, mientras que los hombres lo hacen en un 18,3% nos ofrece un dato que hay que analizar, pues un 7,5% es una cantidad muy interesante de mujeres que no saben a quien votar. 

¿Qué edades tienen esas mujeres en mayor proporción para saber sus motivos? 

¿Aumenta el voto femenino global o en cambio disminuye en las diferentes opciones políticas, según ellas deciden cambiar el sentido del voto?

Si el 24% de los jovenes hasta los 24 años votan a VOX, y en cambio solo el 10% de los mayores de 55 años los votan, hay otro dato a tener en cuenta.

¿Y para qué sirven estos datos? 

Pues principalmente para darnos cuenta de qué errores se comenten, de qué manera inciden en cada organización política, en los diferentes sectores sociales e ideológicos, para tomar decisiones e incluso para cambiar estrategias políticas. Para expresarse, para elegir a sus líderes, para elaborar hojas de ruta.

Las Encuestas no tienen que ser datos totalmente ciertos, son solo tendencias, pero hay que comenzar por conocer los datos brutos, si esto es posible, para poderlos "cocinar" con arreglo a cada necesidad. 

Cocinar una encuesta no es engañar ni mucho menos engañarse. Es preguntarle a los datos sobre temas que interesan a cada organización política en sus mesas de trabajo, es hacer de preguntador con unos datos sin cocinar. Si se juega a auto engañarnos, no sirve de nada, y lo mejor en ese caso, es no hacer nada.


4.4.25

El muflón estepario en Aragón


Mi generación recuerda todavía la fiebre en los góticos años ochenta que llegó hasta a conversaciones de bar por la poesía de Pessoa, el teatro de Brecht sobre representado, la filosofía del mayo del 68 —Escuela de Frankfurt de Adorno, de la que me quedó que la abstracción viene siempre de algo, que entiendo desde entonces son mis prejuicios—, el revival español ochentero tardío de la cultura hippie y sus acosadores babosos —los viajes a Katmandú ya tarde— y la pasión por las obras de Fromm y Hesse, por “El lobo estepario”.

Todo el mundo que se movía en ámbitos universitarios de letras —ese deje de sobradillo de Pablo Iglesias, de primero de su clase— decía que lo había leído, como el Capital, el Ulises de Joyce o a Machado. Cuando la sesera a los 20 años, y las vivencias, te dan si vienes de una casa sin libros como máximo para entender y disfrutar de Eduardo Mendoza.

Pero entonces reír mucho no era cool, tanto que para el baby boom han tenido que crearse talleres de risoterapia (veníamos de que te la pusiera floja una hostia de tu abuela si no querías comer col veinte días seguidos en invierno).

En los tiempos del post punk estaba de moda aparentar ser leído y torturado —tortuoso e intenso, dicho de otro modo—. Cuando a la generación millenial de los 90 les ha tocado por decreto ser hedonista, softy, bienquedas y “disfrutona” (¿eso es desentendida de cualquier obligación que te joda la vida, pequeña o grande?) y a la generación yeyé anterior a la mía… ser de la parroquia, clubes de montaña y asociaciones. No sería preocupante si no es porque nos hemos quedado allí.

En la lucha de clases, pero de EGB, que ha impregnado a la sociedad de recalcitrantes post franquistas heredando abrigo austríaco que le endilgan hasta a sus hijas adoptadas de ojos rasgados o en el rollo que estos otros llaman perroflauta. Como de herederos de la estética yonqui de barrio de película de De la Iglesia y todo lo más poligonera. Con cierto personal de cada generación huyendo hacia ciertas cumbres borrascosas del dandismo, lleven chándal o botas de punta. Para ser rockabilly hay que invertir, lo llamo yo. Es como que te receten ser emprendedor cuando has vivido a tu padre en el paro (el avalista).

El libro de Hesse de feliz título nos presenta a un personaje solitario en sociedad, una continuación de aquel hombre sin atributos, sumido en la masa pero a gusto, de su tío abuelo intelectual Musil

Aborda el jazz y otras terapias ocupacionales, donde ha caído toda la patulea urbana, como sustitutivos de la fe y el desencaje laboral y personal: el fin de la familia y las sociedades rurales narrado en pleno auge del superhombre nazi que, al menos, cuestiona. En un viaje igual de brahmán: porque meditar o comer sano se hace cuando se puede, cuando se tiene una base económica –y una cultura para saberlo apreciar-.

No cuando eres un verdadero hijo de la estepa, pero en forma de oveja rasa esteparia. O un pastor ibero pirenaico sumido en una vida social limitada a vender tus corderos, vivir por tradición e instinto, completamente al margen por definición de cualquier sistema.

De los pueblos nómadas indoeuropeos trasladados por hambrunas provocadas por heladas o erupciones de volcanes y sus oleadas viene la domesticación del muflón, la oveja rasa, la monta a caballo para dominarlo y desde él a la morralla humana (la calle principal de cada ciudad aragonesa era "Caballeros", y convertir a los lobos esteparios en mastines sedentarios. El establecimiento de colonias que sabían usar el cobre y hierro para usos ganaderos en la falda sur del Pirineo, su llegada al universo celtíbero del Sistema Central norte, con buenos pastos soleados de invierno.

De esos troncos salimos todos los aragoneses con ojos multicolores, hijos de la mezcla, rubios con cabezas redondas, otros con miradas penetrantes o almendradas… no he conocido a ninguno que no lance una mirada cariñosa a un perro pastor ni una piadosa a un pequeño animal, un muflón ceremonial o cabra hispánica, que por desgracia toca sacrificar. Para no hacerlo unos contra otros.

La oveja se domesticó en Irán y Mesopotamia, alimentó a los pueblos nómadas celtas, hunos o arios que bajaron a India con su leche, leche cuajada y queso y, menos de lo que suponemos, su carne. Reservada a sacrificios casi ceremoniales. Si alguien te ha de joder, tu oveja no va a ser.

En la cultura griega clásica se empezó a poner nombres a las ovejas (inicio de la literatura bucólica y pastoril en las faldas del Olimpo), el queso curado con miel fue la principal base de proteínas de los legionarios romanos como el avance del reino de Aragón hacia el sur más que una guerra santa, fue para garantizarse en propiedad por los reconquistadores francos los pastos del páramo de Zaragoza. Es decir, se garantizaron las rutas de trashumancia de sus antepasados celtas.

La empresa más antigua de Europa vigente se llama “Casa de Ganaderos de Zaragoza”, la condición pastoril nos hermana a los pirenaicos con las gentes del Cáucaso, sucesores de los incas que crían llamas o los pastores de yak del Tíbet en un lenguaje universal, conservador e individualista. Aunque sea propietario o por eso mismo, sé pasar los días agradecido en una mallata o en una yurta. Y mi suerte puede cambiar ante cualquier tormenta, y partirme un rayo.

Eso representa cada bocado de ternasco que te llevas a la boca. Mi conexión divina, y cómo no la vuestra.

04.04. Luis Iribarren